VI:
mi nueva habitación, mi nuevo mundo.
Entro en la habitación ¿pero qué es
esto? No me lo puedo creer.
La cama es similar a la del
hospital. La ventana es diminuta, tal y como me imaginaba la de una cárcel, no
hay armario, no hay casi nada, la tele es vieja y aparenta no verse nada, no
hay teléfono, es que, ni siquiera sé lo que hay, es diminuta, apenas entro por
la puerta, es triste, huele mal, todo es una mierda, una auténtica PUTA mierda,
si, ahora digo muchos tacos, no veis, estoy en un PUTO manicomnio.
Bueno, pero me tengo que ir
acostumbrando porque antes tenía un mundo, un mundo en el que me podía encerrar
y reflexionar y pensar, hacer lo que me diese la gana. Pensar. Creer. Amar.
Divertirme. Leer. Estudiar. Conocer. Vivir. Podía hacer miles de cosas, era mi
mundo, un mundo en el que, en ocasiones, solo existía yo, ese mundo, era mi
habitación y, me cuesta creerlo, pero ahora ese sitio, ese único sitio, era
este. Mi nuevo mundo, ahora no tendré otro sitio donde esconderme, donde
llorar, donde creer, pensar, amar, divertirme, leer, estudiar, conocer, un
mundo donde vivir, porque ahora solo me queda esto, una pena, una grandísima
pena, que putada.
Mi nuevo habitación, mi nuevo mundo,
vamos, supongo, aquí lloraré, pensaré etc. Durante los próximos días, o, duele
pero es verdad, durante los próximos segundos, minutos, horas, días, meses, o
incluso años, ¡OH, SEÑOR, dame paciencia, porque como me des fuerzas le voy a
pegar una ostia a alguien, al primero que me encuentre! Si, tengo un gran
sentido del humor, lo reconozco. Por favor, por favor, no aplaudáis. En
momentos como estos lo único que me queda, dejando de lado la tristeza, es el
humor.
Me tumbo en la cama, la cual da pena
y dolor, y empiezo a pensar, que rollo, pensar, que pereza, bueno, como,
supongo, que habéis llegado a la conclusión de que soy un vago, si.
Mi mundo se ha ido al… bueno a
alguna parte, me quiero ir de aquí, y pensar que no llevo ni diez minutos. Me
tratan como a un trozo de carne.
¡Anda mira, el botón rojo!, tengo
hambre ¿lo toco? No, no se me apetece aguantar a Eduardo y Leonardo o el tío
este que parece el doctor HOUSE, pero bueno, aquí estoy, voy a darles un poco
la tabarra.
Toco el botón rojo y una sirena como
la de una ambulancia suena diciendo: ‘habitación 307’ . A los tres o cuatro
minutos después, el tal Leo… Eduar… bueno, ese, entra por la puerta
desconcertado y me pregunta muy asustado con la cara totalmente sudada (ósea,
digo… es decir: asquerosa, es que no quiero ser muy PIJO, ODIO A LOS PIJOS, es
que no los soporto) bueno no me enrollo, me dijo con la misma cara de
gilipollas de siempre:
-¿Te encuentras bien, necesitas a un
médico? Si quiere le puedo traer a alguien para que le atienda como dios manda,
haber, cuénteme ¿qué le pasa? ¿Es grave? ¿Está en un estado de shock y por eso
no habla? ¡Por favor, responda, me estoy empezando a poner muy nervioso! ¡Diga
algo, aunque sea una tontería! ¿Pero que le pasa?, si, si, esta en un estado de
shock, haber ahora traigo al especialista que le hará volver a la realidad,
espere aquí por favor, no se mueva, y intente mover los labios –saliendo por la
puerta dice totalmente asustadísimo -: si, si, es que, está en un estado de
shock, como no me lo podía haber imaginado, estado de shock, si seguro que es
eso, espero que no me despidan, ¡Ay! ¿Cómo no pude estar más atento? Si es que…
estos no son modos de trabajar, Jesús, ¿A quién maté yo en la otra vida? Desde
luego, es que se suponía, estado de shock, estado de shock.
Ahora si que estoy en estado de
shock, por dios, solo quería comer algo, pero bueno, ¿ahora que digo cuando
venga el señor este?, ¡PERO QUE EXAGERADO!
-¡Eh! ¡Eh! No me pasa nada.
¡Caracoles! (intento mejorar mi
karma, no soy tan pardillo para decir eso), por dios, babosas, babosas, ahora
voy a decir babosas cuando quiera decir mierda, y cuando quiera decir me cago
en la puta digo me cago en la que traba de bombera un tanto picarona.
¡Babosas, babosas! Está entrando por
la puerta.
El señor que acompaña al señor que
no me acuerdo como se llama se sienta en la cama apartándome un poco los pies
para no hacerme mucho daño y dice:
-Haber, cuente hasta tres y dígame:
¿por qué ha tocado usted el botón que se encuentra en su mesita que es de un
color rojo?
¡Que fino! Bueno, le haré caso,
haber, empecemos, cuanto antes lo diga antes pasará todo y antes me reñirán,
esto parece la casa del terror, PUTO manicomnio, dios, que horror, bueno allá
voy. Cruzo los brazos le miro fijamente y le digo suave y con calma
desquiciadora:
-Uno, dos, tres, pues, tenía hambre,
y quería picar algo, no era para que se pusiese así Leonardo o Eduardo, bueno,
el señor este un poco rarito que parece de Doctor HOUSE –una risilla se me
escapa al finalizar la espantosa frase que tanto me costaba decir, pero ya la
he dicho.
-Me llamo Eduardo. Lucrecia…
No le dejo terminar al reírme de ese
nombre tan espantoso, por favor, ¿en qué estarían pensando sus padres? Que
HORROR más grande.
-¡¿De qué se esta riendo?!
-Pues si te digo la verdad, de tu
nombre.
Eduardo me coge del brazo y me saca
fuera de la habitación metiéndome en una habitación sin nada, un par de niños,
pero nada más.
-Te quedarás ahí hasta que sepas
comportarte.
Me parece que me voy a quedar aquí
hasta el final de mis días, ay, ay, ay…
No hay comentarios:
Publicar un comentario