IV: querido papá.
La biblioteca es un rollo, llevo todo
el día aquí, que aburrimiento, se oye un golpe, y otro, y otro, y más.
-¡CORRER! –gritan las personas que se
encuentran en la biblioteca.
¿Qué pasará?
En un abrir y cerrar de ojos las luces
se apagan y los gritos cesan. Logro ver dos puntos enormes disueltos en el
aire. Se encienden las luces. Una serpiente de ojos rojos me sonríe con
frialdad. Empiezo a correr por los pasillos, se ha ido todo el mundo, no sudo,
intento gritar, pero no me sale la voz, intento pedir socorro pero todos se han
ido, me han dejado solo, no me quieren ayudar, nadie me escucha porque no puedo
gritar.
Me despierto. Era una pesadilla.
Suspiro y me pongo a escribir en una libreta a modo Diario. El sueño, bueno, la
pesadilla me ha hecho reflexionar. Miro el reloj y suspiro con una sonrisa de
nuevo.
-Las tres en punto –susurro.
Si fuera más tarde no me daría tiempo a
escribir, bueno allá voy, tengo todo el tiempo del mundo. Cojo el lápiz, abro
el cuaderno y delicadamente, con unas tristes lágrimas, escribo rápidamente:
‘Dios, si yo tuviera amigos, en mi
sueño nadie me ayudaba, todos se fueron, sin preocuparse por mí, NADIE se
preguntó: ¿ayudamos a Samuel? SOLO, SÍ, SIN AMIGOS, por idiota. ¡OH DIOS!
¡Ayúdame! Sálvame de esta pesadilla en la vida real, mándame a alguien para que
esté conmigo, que pueda hablar con esa persona y que nunca me deje, que siempre
esté conmigo. Quería pedirte otro favor, verás, nunca me pude despedir de él y
me gustaría hacerlo. Papá, nunca me pude despedir de ti, te quiero más que a
nada ni a nadie en el mundo, quería haber podido disfrutar más a tu lado, pero Dios te llevó muy pronto.
Bueno, aquí va todo lo que no pude decirte:
Sé
que siempre nos llevábamos mal y nunca pude hacer muchas cosas contigo, pero
siempre te quise, aquel asesinato tuyo me destrozó la vida, perdóname por todo
el mal que te he hecho, lo siento, la última palabra que oíste salir de mi boca
fue: te odio, y no es así, ese mismo día iba a pedirte perdón y a decirte
muchas cosas, pero no pude, y eso no me lo voy a perdonar nunca, en mi vida,
cada vez que paso por donde tu has muerto se me saltan unas lágrimas, quiero
que sepas que voy a intentar no llorar, sé que tú estás triste cuando lloro.
¿Por qué te han matado? No me lo explico, es injusto, eras el mejor hombre del
mundo. Estoy solo Papá, sé porque es, por el: te odio que te dije en tu último
día. He llegado a una conclusión: voy a descubrir quien te ha matado para que
pague, no sé porque te ha matado, no lo entiendo, dice Mamá que una explicación
tiene pero ¿a quién le harías tu algo? A ese hombre o mujer que te matara le
haré pagar, si puedo, le mataré, no sabré como, pero lo haré. Por ti. Por lo
mucho que te quiero. Nunca te olvidaré.’
Empiezo a gritar guardando la carta en
mi cajón de la mesita del hospital, despierto a mi madre.
-Cariño, cariño ¿qué te pasa?
Lloro, grito, más gente entra, empiezo
a darme cabezazos contra la cama.
-¡Quiero que vuelva! ¡Quiero que vuelva
a estar a mi lado! Por favor… dios padre todo poderoso, haz que mi padre
vuelva, ¡POR FAVOR!
Mi madre llora con una mano en la boca,
asustada y triste, me pego, me araño las piernas, unos médicos intentan pararme
pero sigo pegándome, me voy de la habitación.
-¡Espera, ven! –grita una médica.
Me dirijo a una ventana para saltar por
ella.
-¡Cariño, no! ¡No me hagas esto! –Grita
desesperada mi madre- cogerle.
Sin
poder tirarme una enfermera me coge tranquilizándome pero yo no puedo más,
grito, algunos de los enfermos salen de sus habitaciones.
-¡Soltarme! ¡Dejadme ir hacia mi padre!
¡Me necesita!
Me arranco los pelos haciéndome más
daño y mucho más a mi madre, ya no puedo más, pego a la enfermera y corro al
servicio encerrándome en uno de los orinales.
Me doy golpes contra las paredes.
-Sal por favor mi vida, te podemos
ayudar, soy tu madre, no me hagas esto por favor, ya tengo suficiente con mi
madre, no te vallas tú también.
-¡NADIE PUEDE HACER QUE VUELVA PAPÁ!
¡Pero yo si puedo ir con él! ¡No puedo soportarlo! ¡PAPÁ, PAPÁ! ¿Estás aquí?
¡Te noto! ¿Papá llévame contigo?
Mis gritos y los llantos de mi madre
son lo único que se oye, de repente un chico rompe la puerta y me pone unas
esposas dándome un par de tortas.
-¿Estoy loco? ¿Sí? Mamá no dejes que me
lleven.
Mi madre se va llorando evitando verme.
-No te muevas –dice el señor- a partir
de ahora soy tu nuevo psicólogo.
-¡No! ¡No me lleven! ¡Tengo que
descubrir quien mató a mi padre! ¡Soltadme!
El psicólogo saca unas pastillas y me
las mete a la fuerza en la boca.
-Trágalas.
Obedeciendo, trago llorando, grito más,
me sacan con el uniforme de la enfermería y me sacan a la calle.
-¿Qué hace? ¡Está lloviendo!
No responde, me lleva arrastras hasta
un coche en el que me mete. Tengo frío. ¿Qué va a ser de mí? ¿A dónde me
llevan? Mi mundo se termina, ya no existo, pienso matarme nada más llegar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario