II: mi padre.
Mierda.
Todo es una mierda. Se acabó el verano ¡MIERDA!, va a ser el peor día de mi
vida, lo presiento, no hay nadie en quien confiar. Todos me odian, y no creo
que me perdonen.
Me dirijo al colegio, bueno, al
instituto, sin miradas ni saludos, en silencio, con miedo de que alguien sepa
que soy yo, me he tapado con mi capucha pero es fácil distinguirme. Se ha
corrido la voz de todos mis actos, lo sé porque en tuenti no paran de hablarlo,
he pasado de tener ciento algo amigos (memoria no me sobra) a tener tres, mi
primo y mis dos primas, soy un fraude ¿Qué ha pasado con mi vida en tan solo un
verano? Ni puñetera idea.
Entro por la puerta del instituto (la
cárcel y ahora también el infierno), todo el mundo me mira con asco, me señalan
y hablan, supongo que de mí, la gente me insulta.
Fred camina decidido, bueno, muy
decidido, hacia mí. ¡OH! ¡ME CAGO EN…! (he decidido no decir muchos tacos para
mejorar mi karma, desde que digo tantos, bueno en fin: así me va).
Fred sigue caminando. Mierda, digo…
¡Caracoles! Aquí va a armarse una buena, no pienso pegarle (ni decir tacos,
claro). Intento escaparme con disimulo no tan disimulado ¿Probamos con dar
pena? Mejor no, voy directo a… a… espera… Ahora no tengo amigos, ¿a dónde voy
si todavía no se ha abierto la puerta principal? Dios mío.
Voy directo a alguna parte pero la voz
de Fred me detiene:
-¡EH! ¡EH! ¡Samuel espera!
Una sonrisa se ilumina, ni un insulto,
ninguna amenaza, igual quiere arreglar las cosas ¡bien!
Con una sonrisa le miro pero esa
sonrisa se termina cuando Fred acaba lo que quería decir en verdad:
-¡Cagado! ¡Nenaza! ¡Te vas a acordar de
tú PUTO padre que está en el infierno!
Aprieto los puños un grito que asusta
sale por mi boca, una rabia grande me impulsa a ir a por él. Me intento
contener, y no puedo, doy golpes y arañazos a mi mano, pero no sirve de mucho, la
rabia aumenta y me asusta, le doy unos cuantos puñetazos acompañados por muchos
de mis llantos además de unas cuantas patadas. Cuando le veo sufrir paro con
satisfacción y luego vuelvo, él no hace nada, intenta defenderse pero le es
inútil, le veo sangrar y una sonrisa y lágrimas me hacen seguir. Mi fuerza es
detenida por la profesora de tecnología, la madre de Fred ¡COMO NO! (frase
sarcástica).
-¡Ya está bien! ¿Qué haces? –Mira a
Fred -¿Estás bien mi vida? –Vuelve a mirarme y con el dedo apuntando al otro
edificio dice -¡Ahora mismo al despacho del director y le explicas lo que has
hecho!
Vale, me da igual, ya ha llevado su
merecido, que sufra, le odio.
Con un mar inmenso en los ojos miro con
rabia a Fred y, para no cruzarme con nadie, voy corriendo al despacho del
director. Más rabia me detiene, los insultos me destrozan el alma, ¿Qué he
hecho yo para merecer esto? Ah, ya me acuerdo, sinceramente: todo el mundo se
equivoca, y yo me he equivocado por algo que tiene mucho sentido. Punto. No
pienso dar explicaciones sobre porque la he dejado. Son MIS cosas y MIS cosas
son MIS cosas, no tiene porque enterarse nadie de cuales son MIS cosas, ¡DIOS!
Ya estoy arto de dar explicaciones, a partir de ahora soy una tumba sobre MIS
cosas.
Más insulto, a punto de ir a pegarles
pero me contengo con un apretón fuerte de puños y luego sigo con más lágrimas.
-¡Que me dejéis ya!
Se ríen. Ya no lo soporto más. Para que
no me gane la rabia vuelvo a correr. Voy a pasar de ellos. No se merecen mis
lágrimas.
Llamo a la puerta del despacho del
director a la que casualmente me han mandado ir por primera vez y una voz me
hace pasar:
-Alegante.
¿Me ha dicho elegante o adelante?
Decidiéndome por adelante abro la puerta.
Le miro y me mira sonriente, cruza sus
dedos juntando sus manos y me hace un pequeño gesto para darme el humilde
permiso de sentarme enfrente de él, ¡QUE NERVIOS! ¿Qué se supone que tengo que
hacer?
-Bueno, usted dirá –dice de forma muy
cortés para decírselo a un niño.
Pienso que decir. ¿Qué digo? ¡AH! ¡Ya
sé! La verdad. Dios que listo soy. Una risita se me escapa al pensar lo que
pensaba y después intentando ser cortés le digo:
-Hola, bueno, señor, em… Señorito.
Señor, haber, es que… Una señora, digo una señorita, una profesora. Haber… Es
joven. Y tú también, quiero decir: usted también, bueno verás…
-¡Quiere ir de una vez al grano! ¡No
tengo todo el día! ¡Espabile!
Vale definitivamente ha perdido
completamente los papeles por mí culpa y su perfil de señor cortés acaba por
terminar. Mal empezamos. Señor, ayúdame, quiero decir: señorito (otra risilla
se me escapa), ¡Hay Samuel, que mal empezamos!
-Haber, es que una señorita, o señora,
o lo que quiera ser…
Una mirada malvada del director hace
que valla directamente al grano:
-Me han mandado aquí.
Con el teléfono en sus manos me dice
con una sonrisa falsamente falsa:
-¿Me puede explicar por qué? Y le
aviso: no me ande con rodeos o le impondré un castigo.
Vale, sin rodeos, haber, pensemos, dios
que pereza, sí, soy vago, como Homer Simpson, realmente: mi ídolo, y también
realmente: muy parecido a mí.
¡OH NO! Me estoy yendo del tema. Haber
sin rodeos, pero es que es muy difícil de explicar.
Me pienso la respuesta, pues no se
todavía muy bien que decir, venga Samuel, sino arriesgas no ganas:
-Verás es que mi padre, mi padre
–una lágrima recorre mi mejilla y al detenerla con mi dedo índice difícilmente
prosigo –mi padre… mi padre, es que haber, hace unos días ha fallecido y…
El director me ofrece un pañuelo
mirándome con verdadera pena. Acepto agradecido el pañuelo que en poco tiempo
se ve envuelto por mis lágrimas.
-Continúe, por favor, bueno, si
usted quiere claro, son temas muy delicados, continúe si quiere.
Le sonrío con un gran dolor y con
pocas ganas consigo continuar dolido:
-Sí, continúo, haber, creo que no ha
sido con la intención pero verdaderamente me ha ofendido, con lo cual que yo he
atacado. Verás, he sentido que ofendían a mi padre y es lo más sagrado que
tengo, le quiero con toda mi alma y ahora está muerto, es que, todavía no lo he
superado, solo han pasado unas semanas, nadie lo sabe, así que no fue con la
intención, pero he sentido que tenía que defender a mi padre, de verás, lo
siento, la rabia y el dolor me han podido y estoy muy arrepentido, lo siento,
lo siento mucho.
Me ofrece otros cuantos pañuelos para
eliminar tantas lágrimas como decoran mi cara haciéndole parecer un cementerio
con varios muertos alrededor de mi nariz
(metáfora, valiosa y significante metáfora).
-Te entiendo, de verdad, siento mucho
la desgracia que le ha pasado a tu padre, es normal que le ofenda y que le
impulse si usted todavía no ha
conseguido sacar de tu mente a tu padre, que en paz descanse.
Me ofendo de nuevo por las
inconscientes palabras que acaba de soltar de su boca el señor director que
acaba de perder totalmente su cortesía.
-¡No! ¡Por supuesto que no! No quiero
sacarle de mi mente, quiero conservar todos los recuerdos a su lado,
conservarlos hasta mi muerte y algún día poder disfrutar pensando en él. No
quiero olvidar todos los momentos con él aunque eso signifique llorar. Nunca le
olvidaré. Le aré siempre un hueco en mi mente. Puede que ya no esté en mis
ojos, pero puede estar perfectamente en mi mente y, por supuesto, también en mi
corazón, él es lo más valioso de me vida.
Le hago callar. ¿Cómo puede decir eso?
No sabe nada de la vida, después sonríe y yo, satisfactoriamente le devuelvo la
sonrisa, si señor, soy el mejor, he hecho callar al director. Vale, a creído no
me gana ni dios.
-Muy bien, si usted quiere. Bueno,
volvamos al tema importante…
-¡¿Estás diciendo que mi padre no es
importante?! Adiós.
Me levanto.
-No, espere, le quiero decir algo.
Me detengo y me vuelvo a sentar.
Esperaba disculpas, que tonto, estoy ganando la batalla, pero, merezco unas
disculpas, bueno, me quedaré para ver que cuatro tonterías más dice, burro,
espero que diga algo que tenga sentido porque sino se va a enterar de quien
manda aquí, yo, claro, repito: que ha
creído no me gana nadie.
-Haber, no creo que por querer y por
recordar a un ser querido deba imponerle un castigo. Claro que no. Así que se
puede ir, es usted muy buena gente, sabe hablar que es lo más importante y, si
me permite, no creo que sirva de mucho pero le quiero dar un consejo: a tu
padre no le gusta verte llorar así que la vida continúa, intenta seguir con
ella, de vez en cuando llora, que no es malo, pero poco a poco cambia esas
lágrimas por sonrisas. ¡Disfruta con tus amigos y familia! Y ahora si no le
importa tengo que realizar unas llamadas, vuelva a clase.
Definitivamente: ha vuelto a ser
cortés. Dios mío que señor tan majo.
Me despido y me voy de su maravilloso
despacho que era horroroso hasta oír lo último que me dijo. Que educado. Me
encanta. Solo hay un problema, bueno varios, pero el más importante: su consejo
no va a servirme de nada, absolutamente de nada, no hay nada, de momento, por
lo que debería disfrutar. Y lo de que disfrute con mis amigos ¿Con qué amigos?
¡No los veo! ¡TOC, TOC! Buscando… buscando… ERROR, no tiene amigos. Bueno,
intentaré no llorar y no volver a hacerme daño a mi mismo, en todos los
sentidos.
Papá, si me oyes, quiero decirte
algo: te quiero.
Vuelvo a las clases HORROR TOTAL.
No hay comentarios:
Publicar un comentario